viernes, 3 de enero de 2014



(Julio Cortázar. 1914-1984)


RAYUELA


Conozco el camino hacia el CIELO. Dijo, la maga, cerrando los ojos.
Y  esa noche todos nos quedamos petrificados, como estatuas de sal.
Como desfilan las ánimas del PURGATORIO.
Llovía en París, aguacero de absenta y faroles
a media luz que proyectaban sobre los adoquines figuras espectrales.  Las
esquinas ululaban historias apócrifas sobre los moradores de la bohemia.
Todas las sombras se dirigían en tropel al INFIERNO,
pues  era el camino más corto hacia el éxito. La maga
quiso hacerle una visita a Jim, el más bello y salvaje.
Père-Lachaise quedaba lejos de allí, además, Jim aún
no  había regresado de su último viaje a las puertas de la percepción.  
En ese momento el mundo empequeñeció, y el argentino intentó perseguir
el sonido hiriente de un saxo tenor que sonaba a lo lejos.  
Los demás seguimos a lo nuestro: embadurnar paredes,  
romper folios, beber la vida… Todos menos el ciego, él jamás sería capaz
de atravesar la línea de sombra, de avanzar un poco más allá.

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