miércoles, 15 de octubre de 2014
El Premio Planeta supone a la literatura lo que los
consejeros de Bankia a la reactivación de la economía. Cada año la misma
cantinela, eso sí, nunca más de dos o tres premiables. Y siempre aciertan. Lo
que no me he explicado mucho es que pintan ahí el resto de los cuatrocientos y
pico manuscritos presentados. Eso es lo que me llama verdaderamente la
atención. Gente que sabe que va a ser sacrificada sin ni tan siquiera rozarles.
Algunos, escritores de cierto “empaque” con la auto-estima por todo lo alto,
porque si no, no se explica. A ver: un escritor de, llamémoslo así, provincias,
que escribe una novela histórica, o ambientada en la guerra civil, o una saga
familiar del siglo pasado en Shangri-La. Al final un tocho de seiscientas
páginas, que la tapa dura se ponga bien dura. El hombre escribe en la soledad
de su habitación, de espaldas a las corruptelas enquistadas en todos los poros
de esta piel de toro afeitado, con toda su buena fe del mundo. Ansioso por que
llegue la fecha de convocatoria. Sugestionado ante la jugosa cifra que le
permitiría abandonar la soledad de su habitación para los restos. Seiscientos
un mil euros. Ahí es nada. Aunque si descontamos la tajada del señor Montoro se
queden en tres cuartas partes (o menos, que nunca se sabe). Al hombre le
comunican que su novela está entre las diez finalistas. Ojo, hemos pasado de quinientas
a diez. Casi casi con derecho a tarjeta black a cargo del imperio Lara. Y el
escritor ese, que ya ha dejado la buena fe por ahí perdida en algún tomo de
Juan Manuel de Prada, se ve cerca del éxito. Que les den a los cuatrocientos y
pico incautos que no han llegado al penúltimo peldaño. Que le den a Delibes,
que al parecer no quiso aceptar el premio, digo la participación, que le den a
los que dicen que el premio está amañado. Que le den a Bolaño, que se reía de
estas cosas. Que le den, por último a Reverte, que no lo tiene en sus vitrinas.
Y los nervios empiezan a hacer acto de presencia. Cada vez queda menos para la
ceremonia de entrega. Porque este premio, al igual que otros famosos, como el
Nóbel, como los Grammys, como los Goyas, como la boda del Principe… se publicita
mediante la ceremonia de rigor. La propia palabra ya echa para atrás al noventa
por ciento de los que nos dedicamos a escribir en las soledades de nuestra
habitación con las ventanas abiertas por donde se ha colado la corrupción. Ojo
a esta frase larga, ceremoniosa en exceso. Y el día de la entrega del premio,
con todos los medios pendientes del evento, con toda la “inteligencia
intelectual” en pleno poniendo rostro de marsopa, con todos preguntándose qué
hostias hace ahí ese desconocido con el traje de la primera comunión de su
hija, ese día… le dan el premio a la exministra de turno, o al gualtrapas de la
columna de la página 3, o al palmero del sarao. En fin, que lo del premio
Planeta me produce mucha risa, y que lo mejor de todo es que cada año se
superan. Porque no me digáis que lo del 2012 no fue rizar el rizo. Le dieron el
premio a un escritor que había publicado media docena de novelas con los mismos
personajes. Una saga. Una puta saga. Y lo mejor es que hasta el último momento,
cuando abrieron la plica para percatarse del nombre del autor, el jurado no se dio
cuenta de quién era el premiado. Lo dicho, un genio el Lara. El mejor premio
literario de este país. Si no fuera tan jodidamente bueno a lo mejor me daba
algún día por leerme uno de esos premios. Recuerdo que me regalaron “La
muchacha de las bragas de oro” y por ahí anda. Pobre Marsé. Quien le diría que
con un título así no se le podría escapar el premio. SALUD.
miércoles, 8 de octubre de 2014
Desde la última entrada en este blog han sucedido algunas cosas.
He presentado mi primera novela "El mar de la tranquilidad" y en esas presentaciones he conocido a gente muy interesante. He abierto cuenta en facebook, pero me sigo quedando con esas personas con las que he charlado e intercambiado ideas y pareceres. La comunicación humana no tiene comparación con ningún tipo de red social. Esto está bien para ciertos momentos, para desfogarte con alguna noticia (hay tantas), pero las personas necesitamos el cuerpo a cuerpo para saber si lo que tenemos dentro es real o no. Cuanta más comunicación, menos manipulación.
Estas fotos sirven para demostrar que mis palabras son sinceras. Personas de carne y hueso con las que me he topado en estos meses. Con muchas de ellas no tengo "contacto virtual". Creo que ahí radica uno de los secretos del entendimiento entre personas. Volver a las primitivas formas de relacionarse, en definitiva.
He presentado mi primera novela "El mar de la tranquilidad" y en esas presentaciones he conocido a gente muy interesante. He abierto cuenta en facebook, pero me sigo quedando con esas personas con las que he charlado e intercambiado ideas y pareceres. La comunicación humana no tiene comparación con ningún tipo de red social. Esto está bien para ciertos momentos, para desfogarte con alguna noticia (hay tantas), pero las personas necesitamos el cuerpo a cuerpo para saber si lo que tenemos dentro es real o no. Cuanta más comunicación, menos manipulación.
Estas fotos sirven para demostrar que mis palabras son sinceras. Personas de carne y hueso con las que me he topado en estos meses. Con muchas de ellas no tengo "contacto virtual". Creo que ahí radica uno de los secretos del entendimiento entre personas. Volver a las primitivas formas de relacionarse, en definitiva.
sábado, 3 de mayo de 2014
VALLE ESGUEVA
Pasear uno de estos días de primavera por el valle Esgueva es zambullirse de lleno en la más auténtica tradición trabajo-naturaleza que el ser humano ha sabido crear. Contemplar los campos, pletóricos del verde cambiante del cereal, es una gozada. Y saber que detrás de todo ello está la mano del paciente labrador, un alivio. No todo es informática made in Korea, ni mensajería instantánea, ni manipulación interesada. Aquí, en estos pueblos de Valladolid, tan cerca de la capital, pero tan alejados del agobio urbanístico, el tiempo aún cuenta. Nos dice muchas cosas. No sólo sobre como va a ser la cosecha. También sobre nosotros mismos. Que resulta que no somos tan importantes como creíamos. Dentro de poco el verde dará paso al amarillo. Siempre con mil y un matices. Y después la cosecha. El ciclo del campo, el ciclo de la vida. Con una pequeña diferencia. La tierra, si se la sabe cuidar, vuelve a renovarse en cada ciclo. Aprender a disfrutar de cada momento nos devuelve a ella. Paseando por las tierras del Valle Esgueva, por ejemplo.
domingo, 6 de abril de 2014
lunes, 24 de marzo de 2014
WILKO
“Yo me
siento bien. Hay algo dentro de mi tripa, un alien, que está creciendo, y un día me matará”.
Quien
nos cuenta esto es Wilko Johnson, y no es un escritor de best-sellers escocés,
ni un diputado laborista británico. Tampoco es un bróker de la City londinense.
Tomarse la muerte a broma no está al alcance de cualquiera. Wilko Johnson es un
guitarrista mítico de las islas, uno de los componentes de aquella banda
pionera de pub rock y rhytm & blues llamada Dr. Feelgood. Exacto, el doctor
siéntete bien, el mejor doctor al que uno puede acudir para curar el cuerpo y
despejar la mente.
“Debería
de haber muerto hace cuatro meses, y no es así. Es incluso un poco embarazoso.”
El bueno
de Wilko, al que le diagnosticaron un cáncer de páncreas incurable a finales de
2012 y al que, supuestamente, no le concedían los galenos más de 10 meses de
estancia entre los vivos, dice que eso de que se hubiera tenido que morir hace
cuatro o cinco meses, le está creando todo tipo de malentendidos. Le imagino
entrando en un Pub de Canvey Island mientras por los altavoces se escucha una
de sus canciones “Back in the night”, por ejemplo, y los colegas mirándole extrañados. Otra vez
aquí este fantasma. Seguro que todo no ha sido más que una broma. Una broma
pesada de las suyas. El caso es llamar la atención. A ver: como ya no se venden
sus discos, de alguna manera hay que hacerse notar...
Y Wilko,
que se echa un wisky al coleto y se parte de risa, disfruta de esos momentos
como un joven perdido en la noche de Londres, como si no hubiera ya más noches,
ni más conciertos, ni más rock.
“Quiero
vivir como me gusta. Dormir toda la mañana. Salir a buscar la diversión por la
noche”.
Cuando
alguien se toma así los asuntos de la vida, la muerte sólo supone darle la
vuelta al disco. Y volver a pincharlo de nuevo.
El
artículo (de Iñigo López Palacios, para “El País”) termina con el mejor
epitafio posible para quien ha vivido la vida intensamente, haciendo lo que le
gusta, sin imposiciones ni cadenas de montaje. Un espíritu libre.
“Estoy
viviendo mi vida intensamente. Cada uno de mis días es genial. Y he descubierto
que la gente me quiere. No lo sabía. La única putada es que no puedo hacer
planes a largo plazo. Pero la verdad es que eso nunca ha sido lo mío”.
Grande, Wilko,
y no sólo de estatura. Estamos aquí de paso. ¿Por qué aferrarnos a nuestros
miedos, a nuestra decrepitud? Me tomo a
tú salud una pinta y bailo con aquella
chica –Roxette- que conocí en aquel concierto que diste en el 89 en la Sala
Universal. La chica desapareció, el sudor permaneció en mi piel durante varios
días. Era el sudor del rock.
jueves, 20 de marzo de 2014
LA FELICIDAD
Dicen que hoy es el día mundial de la felicidad. Qué
alegría. Todo el mundo tendría derecho a ser feliz aunque sólo fuera un día al
año. Y aunque ése día no fuera hoy, cualquier otro valdría.
Claro que, cada uno tendría que hacerlo a su manera. Ahí es
donde entraría entonces el concepto de felicidad -en cuanto al de la elección
de los días mundiales de algo, ahí no entro-.
Uno puede ser feliz sacando a su perro a pasear por la
mañana. Berreando un gol de su equipo en el bar mientras todos se callan y
miran. Encontrando un billete arrugado de cinco euros en la cartera, entre
extractos de cuentas y extractos de
pagos. Uno puede ser feliz tirando la basura a las doce de la noche y después
dando un paseo solitario. También se puede ser feliz sin hacer nada, es la
felicidad más baja en calorías que existe, pero funciona. De muchas maneras se
puede ser feliz. Tantas como lo contrario. Y ojito con confundir ambos
conceptos. Aunque hay un truco muy fácil. La felicidad se la tiene que buscar
uno. Lo demás te viene a ti, como la caca de ese perro que pisas cuando paseas
solitario después de que tu equipo haya perdido y todos en el bar te lo hayan
restregado por los morros. Que se jodan. La felicidad, como concepto en sí, es
un soberano aburrimiento. Así que sólo queda esperar a que venga mañana y ver
qué día mundial es. ¿El día mundial del tedio? ¿El día mundial de los billetes
de cinco euros arrugados? ¿El día mundial de la nada?
jueves, 6 de marzo de 2014
ABISMOS
Paseas tu desnudez entre abismos
jirones de ausencias
donde se diluye el tiempo malgastado
donde acaba cada noche
mostrando lo inútil de tu fe
Y ya nadie quiere saber de ti
sin tiempo para hurgar en el fracaso
sin más horizonte que el cansancio
sin las caricias pudorosas de la mañana
Borrando del aire las huellas
para concluir el plan determinado
para no moverte ni un ápice del odio
para terminar desangrándote
entre abismos caóticos
entre abismos
Paseas tu desnudez entre abismos
jirones de ausencias
donde se diluye el tiempo malgastado
donde acaba cada noche
mostrando lo inútil de tu fe
Y ya nadie quiere saber de ti
sin tiempo para hurgar en el fracaso
sin más horizonte que el cansancio
sin las caricias pudorosas de la mañana
Borrando del aire las huellas
para concluir el plan determinado
para no moverte ni un ápice del odio
para terminar desangrándote
entre abismos caóticos
entre abismos
jueves, 20 de febrero de 2014
SUIZA
En 1976 Forges ya nos advertía donde se encontraba el
paraíso al que sólo los elegidos y poderosos podían acceder: SUIZA.
La historia
de los españoles y el país del reloj de cuco ha sido una especie de embudo
mercantil de una complejidad pocas veces vista. Mientras los españolitos de a
pie emigraban con la maleta y la boina en busca de fortuna y trabajaban de
nieve a nieve para enviar el dinero ahorrado a la familia, los “brokers” de la
patria se lo apandaban a estos sin necesidad de trenes ni recomendaciones para
recolocarlo en alguna cuenta secreta del país del queso.
Suiza, un país que
limita la entrada de ciudadanos europeos pero que recibe sin pestañear todos
los millones robados a esos ciudadanos sean o no europeos, que para el caso, como lo que se manejan son cifras y datos encriptados...
Suiza, el país neutral
por excelencia, donde se reunían los banqueros para financiar armas y guerras.
En 1976 (o sea, hace la friolera de 38 años) un tal Luis Eduardo Aute compuso
esta letrita que cantó el mismo:
Ay Suiza, patria querida
Con las maletas bien repletas de pesetas
Vuelo a Laussane una vez a la semana
pequeñas sisas pa que viajen mis divisas
que siempre el capital es internacional
Ser patriota no es sinónimo de idiota
yo la bandera la llevo en la billetera
me da canguelo si me huelo algún revuelo
y me sienta fatal la reforma fiscal
Ay Suiza Patria Querida
Ay Suiza de mis amores
Yo tengo una cuenta en Suiza
con muchísimos millones
Vivan las cuentas en clave
la fuga de capital
el tráfico de divisas
viva la Suiza neutral
viva la Suiza neutral
refugio de mi chequera
viva la banca extranjera
con capital nacional
A mí el futuro no me deja sin un duro
lo que he afanado ya lo tengo bien guardado
si la tortilla da la vuelta no me pilla
con una mano alante y con la otra detrás
Yo tengo en Suiza una cuenta muy maciza
es la vacuna que protege mi fortuna
Teniendo pelas no me quedo yo a dos velas
Viva el país de "iras y nunca volverás"
Vuelo a Laussane una vez a la semana
pequeñas sisas pa que viajen mis divisas
que siempre el capital es internacional
Ser patriota no es sinónimo de idiota
yo la bandera la llevo en la billetera
me da canguelo si me huelo algún revuelo
y me sienta fatal la reforma fiscal
Ay Suiza Patria Querida
Ay Suiza de mis amores
Yo tengo una cuenta en Suiza
con muchísimos millones
Vivan las cuentas en clave
la fuga de capital
el tráfico de divisas
viva la Suiza neutral
viva la Suiza neutral
refugio de mi chequera
viva la banca extranjera
con capital nacional
A mí el futuro no me deja sin un duro
lo que he afanado ya lo tengo bien guardado
si la tortilla da la vuelta no me pilla
con una mano alante y con la otra detrás
Yo tengo en Suiza una cuenta muy maciza
es la vacuna que protege mi fortuna
Teniendo pelas no me quedo yo a dos velas
Viva el país de "iras y nunca volverás"
Hoy, 38 años después el país alpino sigue estando de moda
entre políticos, tesoreros, empresarios, banqueros...
Hay cosas en este país que no cambiarán nunca, y hay gente
como Antonio Fraguas, el Forges, que seguirán contando esas cosas con humor (y sin olvidarse nunca de Haití).
Maestro, a este paso no te vas a jubilar nunca.
Qué pena, porque en Suiza hay unas vistas maravillosas...
miércoles, 19 de febrero de 2014
¡CREETELO! PAGA UNO, LLÉVATE DOS
Eso rezaba una pegatina en el ángulo superior derecho de la
foto en blanco y negro de Paul Simonon, donde este golpeaba con furia su bajo
contra el suelo del escenario en una actuación en Nueva York.
Yo acababa de cumplir diecisiete años y me lo creí todo de
un tirón. Dos por uno, la rabia del punk y la fuerza del rock. Cuando me hice
con el disco y lo escuché a punto estuve de largarme a Londres a ver que se
cocía allí. Sí, ya sé que el punk había dado sus últimas bocanadas, pero a mí
no me iban mucho los Sex Pistols. Yo era más de Los Ramones. Aunque estaba
abierto a cualquier sugerencia. En aquellos años los amigos valían para muchas
cosas. Unas de ellas era intercambiar gustos. Miguel Ángel, el rubio, me
presentó a Bowie. Yo le invité a pasear por las calles del barrio latino de
Nueva York junto a Mink Deville. Otro me vino con Police, pero pinchó en hueso,
pues tenía un as en la manga llamado Bruce Springsteen. El del río, ni más ni
menos, otro doble histórico, tal vez el último. Cuando alguno me venía con los
Madness o algo por el estilo yo ya andaba saltando con Specials y Elvis
Costello. Siempre fui un poco por delante, porque en eso consiste el rock. Hasta
que aparecieron en mi vida Strummer y los suyos. Las leyes de por entonces evitaron
que conociera el Hammersmith y me emborrachara en el Soho. Pero no me
arrepiento de no haber hecho aquel viaje. Tenía
a los Clash, sus canciones, su irresistible oferta de furia y verdadero rock and roll. Durante algunos
años fue mi biblia negra –ese título que al parecer barajó Joe para su obra
maestra–, crecí con sus guitarrazos, sobreviví a varios apocalípsis aferrado a
sus mensajes, tarareé sus canciones como si las absurdas leyes no llamaran
nunca a las puertas de un Londres
asediado y rebelde.
London Calling to the faraway town, the war is declared and
the battle come down... Aprendí todo el inglés que necesitaba en sus letras. Los Clash no se conformaban con un solo disco,
te ofrecían una tarde entera y completa de vida y de acción sin salir de casa.
Brand new cadillac, ese rockabilly que te levantaba el ánimo hasta que las
piernas empezaban a poseer vida propia. Jimmy Jazz, al que no sólo homenajearon
Kortatu, pues bautizaron a un garito histórico de Medina con su nombre, Hateful,
con ese ritmo a lo Bo Diddley, Spanish bombs, o cómo resumir la guerra civil
española y la transición en un castellano macarrónico, The guns of Brixton,
Death or glory, I´m not down... Hasta metieron una canción de propina que no aparecía
en los créditos. London Calling, no se volvieron a hacer discos así, entre otras cosas porque el tiempo
pasó para todos, aunque haya cosas que se adelanten a ese tiempo que no
pertenece a nadie y unos pocos tratan de apropiarse. Los guitarrazos en clave
de morse del final de la canción pueden ser el mensaje secreto que escuchamos
en estos tiempos, después de treinta y tantos años. Y la profecía de Strummer cuando canta
con voz agónica que “Londres se está inundando, y yo vivo junto al río”.
Precisamente ahora, en que todo o en parte es cierto, he vuelto a desenfundar
el disco y he hecho ese viaje que nunca hice a Londres. No sé, me quedo con el
Londres de los Clash, con 17 años uno quiere ir a muchos sitios, aunque es sólo
después de muchos cumpleaños cuando te das cuenta de que esos sitios están
dentro de ti. Como las canciones del London Calling.
sábado, 8 de febrero de 2014
La hora del té
Cada tarde, a las cinco en punto, abro de par en par
las puertas del salón y anuncio el inicio de la ceremonia.
¡Señores:
La hora del té!
Acuden
raudos mis demacrados amigos de infortunio: Rimbaud, Baudelaire, Poe,
Valle-Inclán, Hamsun, Celine, Hemingway, Steinbeck, Kerouac, Sylvia Plath, Anais Nin, Carson McCullers, Boris Vian, Henry
Miller, Kennedy O`Toole, Gil de Biedma, Carver, Bukowski, Bolaño...
Así
paso la tarde, rodeado de dipsómanos y viciosos que han de purgar sus excesos
encerrados en esta inexpugnable fortaleza.
Entonces,
y una vez atendidas sus cirróticas majestades, me dispongo a escribir esta
literatura simple y escueta, insulsa y banal, siempre bajo la supervisión de un
buen trago de wisky irlandés.
Ese
que me transportará algún día al fantasmal paraíso de los suicidas
empedernidos.
lunes, 3 de febrero de 2014
INVIERNO
Esta madrugada ha caído la primera nevada del invierno en La
Ribera.
Los niños arrebañan la nieve de los coches mientras van al
colegio.
Los parques se han cubierto de nieve esperando la llegada de
algún pájaro que pose su levedad en un columpio y cante al frío y a la
sorpresa.
El Duero discurre flanqueado de árboles tapizados del mismo
material del que están hechos los ríos. Pero nada más diferente esta mañana que
la nieve y el agua. Basta con fijarse en como todo fluye, incluso los copos de
nieve que gravitan para desaparecer en el Duero.
Dentro de unas horas sólo permanecerá la nieve en las
montañas.
Y las gotas en que se han deshecho navegaran rumbo a
Portugal.
Allí también tienen invierno. Aunque una vez, en Andorra,
conocí a un portugués que no había visto la nieve en su vida.
Y el día que la vio, no pudo por menos de arrebañar una buena
bola para arrojarnosla por la espalda.
Como los niños que esta mañana han quitado la nieve de mi
coche.
martes, 28 de enero de 2014
Pete Seeger in Barcelona - Viva la Quince Brigada
A la memoria de Pete Seeger. 1919-2014
We shall overcome
lunes, 27 de enero de 2014
Cada cuatro años
El Cabrero
Cada cuatro años se visten de limpio,
salen de su torre, bajan del Olimpo,
van a los mercados, visitan asilos
y, al que pide agua, le ofrecen el Nilo
Cada cuatro años es la misma farsa,
la metamorfosis, la gran fantochada.
Guardan el Armani, rescatan la pana,
la Marcha real y el que Viva España
Cada cuatro años vuelven a la cancha
con el mismo lema: todo por la pasta
Venden a su padre, venden a su amigo
y se venden ellos si fuera preciso.
Cada cuatro años, la gran caravana,
se sienten atletas - el poder no cansa -
llegar a la meta, repetir hazaña
y, si hubo ruina, pintar la fachada.
salen de su torre, bajan del Olimpo,
van a los mercados, visitan asilos
y, al que pide agua, le ofrecen el Nilo
Cada cuatro años es la misma farsa,
la metamorfosis, la gran fantochada.
Guardan el Armani, rescatan la pana,
la Marcha real y el que Viva España
Cada cuatro años vuelven a la cancha
con el mismo lema: todo por la pasta
Venden a su padre, venden a su amigo
y se venden ellos si fuera preciso.
Cada cuatro años, la gran caravana,
se sienten atletas - el poder no cansa -
llegar a la meta, repetir hazaña
y, si hubo ruina, pintar la fachada.
jueves, 23 de enero de 2014
CIUDADANO CAN
En el pueblo la gente hablaba mal de mí.
Sólo porque
tenía un negocio que me iba bastante bien y en el que daba trabajo a cualquiera
que lo solicitase.
Especialmente a mujeres, inmigrantes y jóvenes
recién licenciados.
Un día, en la sección de cartas al director, un
joven que se creía Einstein pero no era nada más que un vago que no quería
trabajar para mí, publicó una carta ofensiva.
Con las ganancias de los sueldos que no pagaba
compré el periódico local. De esa manera evité comentarios, rumores e infundios
periodísticos.
Aunque no pude evitar que en la radio provincial la
tuvieran tomada conmigo. Decían que estaba contaminando las aguas del río con
los vertidos ilegales de mi empresa.
Con el dinero que ahorré en filtros y depuradoras me
hice con la radio provincial.
De esta forma se dejaron de escuchar noticias
relacionadas con mis asuntos empresariales.
Hasta que en un informativo especial de la tele
regional emitieron un programa sobre las causas de mi éxito empresarial. Algún
avispado periodista decía cosas absurdas, como que recibía adjudicaciones, re-calificaciones,
ayudas y demás prebendas monetarias. No era del todo cierto.
Sólo eran intercambios fraternales que recibía de
los amigos a los que trataba bien en la prensa local y en la televisión provincial.
Y como personas educadas que eran, esos amigos sabían ser agradecidos.
Como prueba de su agradecimiento y amistad, de vez
en cuando me invitaban a sus fiestas, donde entre copa y copa de Dom Pérignon hacíamos
pequeñas operaciones financieras, más
que nada por divertirnos, sin ánimo de lucro, porque a todos nos gustaba jugar
al monopoly de pequeños y aquello era mucho más excitante.
Tan bien nos llevábamos que de vez en cuando me
concedían alguna suculenta subvención.
En vez de invertir el dinero de las subvenciones en
la seguridad y la modernidad de mis empresas, decidí hacerlo en adquirir la
tele regional.
Un día llegaron a mí rumores de que un político,
aburrido y resentido porque no le invitaban a ninguna fiesta, había manifestado en voz baja una opinión
despectiva sobre mis negocios.
Mi decisión fue fulminante. Con el poder de la tele
regional y gracias a mis contactos fraternales y a una bacanal un poco subida
de tono, conseguí hacerme con el control del partido político discordante.
Pero al resto de partidos les inquietó aquella
maniobra tan ladina y calculada y empezaron a circular difamaciones y
acusaciones sin mucho sentido. Ellos lo llamaban oposición constructiva.
Para mí que se estaban inmiscuyendo en asuntos que
no eran de su incumbencia.
Mi reacción fue echar mano de todas mis influencias,
mi dinero, mis amistades, mis medios de comunicación y así logré ganar las
elecciones con una ventaja aplastante sobre el resto de partidos.
Pero como aún había irresponsables que preferían
votar a otros partidos, una vez llegué al poder me fui haciendo poco a poco con
todo el país, con sus periódicos, los consejos de administración de sus
empresas, sus plataformas digitales, las acciones de todos los bancos, la
voluntad de sus jueces, la capacidad de pensar de sus mentes…
Cuando ya creía tener todo bajo control decidí retirarme una temporada y regresé a mi pueblo
natal.
Me entristeció comprobar que no quedaba ni rastro
del periódico local, ni de la radio provincial, ni de la televisión regional,
ni de la gente que había trabajado antiguamente en mis fábricas.
Todo y todos habían desaparecido hacía tiempo y los
pocos que quedaban fingían no conocerme.
Era deprimente encontrarse, después de tanto
trabajar e intrigar, con no tener nada ni nadie a quien eliminar.
Así fue como una noche de insomnio, la primera de mi
vida por cierto, me dio por empezar a criticarme a mí mismo.
Desde entonces ando sobresaltado con la idea de que
alguien que se parece mucho a mí trata
de secuestrarme, de imponerme sus descabelladas ideas y, al no conseguirlo, de arrojarme envuelto en un
bloque de cemento a uno de los ríos que contribuí a envenenar.
Este relato pertenece a mi primer libro "Gente sin tino" y obtuvo un premio en un pueblo de Albacete, Munera, "El molino de la bella Quiteria", en verano del 2003. Un premio con resonancias cervantinas, por tanto.El relato estaba escrito mucho antes y en parte es una premonición de la podredumbre con la que nos intentarían sepultar algo después.Enlazando una cosa con otra, llegué a la conclusión que sólo había dos formas de encarar esa indigna inmundicia que la mayoría llama crisis cuando no es más que otra estafa de los de siempre.Sanchos y Quijotes. A partes iguales. Y que el viento de los molinos espolee sus anhelos.
domingo, 19 de enero de 2014
GAMONAL
En Gamonal las calles han estallado, por fin. La gente,
harta de mamoneos, corrupción, despilfarro, paro, precariedad y un futuro
inexistente, ha salido a la calle a decir: BASTA YA.
El detonante ha sido un bulevar, pero podría haber sido un
museo, un paseo, un aparcamiento o incluso un aeropuerto. Este país se ha
llenado de mamotretos que ahora nos escupen a la cara para qué han sido
construidos: enriquecer aún más a unos pocos y empobrecer, más todavía, a la
inmensa mayoría. Esa mayoría que les gustaría que fuera silenciosa. Pero todo
tiene un límite, y cuando el subsidio no da para más, te cortan la luz y tienes
que comer con un pollo durante varios días, no te queda otra que salir a la
calle. Y cuando, como en Gamonal, la gente sale a la calle es porque ha
descubierto que hay otra democracia. Una democracia que no caduca al segundo
día de cada cuatro años. Una democracia que no es utilizada para aplastar a los
débiles. Ni para recortar servicios sociales y libertades individuales y
colectivas. Porque cuando meten la tijera lo primero que hacen es llevarse por
delante tu libertad para dejar en su sitio el miedo a perder más. Son lentejas,
nos dicen. Y si tienes la suerte de encontrar un curro ya sabes lo que toca. A
tragar. Así es como quieren seguir esos empresarios de éxito y esos mandamases
que tan buenas migas hacen con sus amigos los políticos. Tal para cual. Hasta
que las calles explotan (metafóricamente), y en un barrio de una ciudad
conservadora de Castilla la gente se une para defender lo que creen justo. Eso
es democracia, también. Aunque provenga de la calle, de la puerta de casa. Y es
una democracia mucho más sana, porque puedes ver la cara de tu vecino, la
pancarta del tendero donde compras el pan. Y eso hace que la gente se sienta
mejor. Porque nos habían arrebatado la dignidad y el orgullo y gracias a
Gamonal lo vamos a recuperar. Eso es lo primero para salir de esto. Empezar a
sentirnos un poco más fuertes, mejor, más unidos. Más libres para decir lo que
pensamos: que a partir de ahora ya sabemos, con total seguridad, donde se
encuentra la verdadera democracia. El poder del pueblo. El poder de decidir cómo
quiere edificar sus barrios, de qué manera quiere transitar por sus “bulevares”,
quienes van a ser sus “políticos” y que es lo que van a leer en la prensa.
Basta ya de manipulaciones, porque
estamos hartos ya de que nos impongan su sistema de pérdidas y ganancias, de
que nos arrinconen en casa, a oscuras, lamiéndonos nuestros miedos. La gente de
Gamonal ha vencido ese miedo. Por eso hoy pueden pasear, libres, por las calles
de su barrio. Y nosotros también.
miércoles, 15 de enero de 2014
EN LA LIBRERÍA
Me cuenta un amigo librero que el otro día entró por la
puerta un cliente. Venía preguntando por el último libro del ex-presidente que
fue incapaz de ver la crisis. No le tengo, le dijo el librero, ese tipo de
libros no me interesan. Pues usted que se lo pierde, le debió de contestar al
librero o algo por el estilo. Al día siguiente llegó una nueva clienta
preguntando por el segundo tomo de las memorias del ex presidente que no fue
capaz de ver las armas de destrucción masivas en Irak. No le tengo, le dijo el librero, es un tipo de
libros que no trabajo. Pues debería de hacerlo, le dijo la clienta, que no están
los tiempos como para desdeñar unos buenos ingresos. De paso se puso a
curiosear por las estanterías buscando el libro de Belén Esteban, el best-seller
de las Navidades. Allí estuvo la buena mujer diez minutos hasta que cayó en la
cuenta de que si no tenía el libro de su genovés preferido, menos tendría el de la princesa del
pueblo. Y se fue. A los pocos días apareció un nuevo cliente. En esta ocasión
venía preguntando por un libro donde se explicaba todo lo que queríamos saber
pero temíamos preguntar sobre la gestación de la crisis. Nadie mejor que el ex
ministro de economía del anterior gobierno para esclarecérnoslo, con información
confidencial y cartas secretas guardadas en la manga. La contestación del
librero fue la misma. Ni le tengo ni me interesa. Ya, le dijo el cliente un
poco azorado, a mí tampoco es que me interese mucho, pero seguro que tiene algunas
confesiones de interés para... ¿Para
quién? Le contestó secamente mi amigo librero, que no solía cortar a sus
clientes y les dejaba hablar, la mejor manera de conocerlos y luego saber qué libro
recomendar. Verá, le dijo el librero, ya un poco cansado de que su negocio se
hubiera convertido en un lugar de peregrinación de ovejas descarriadas del
rebaño, mientras yo esté regentando esta librería aquí solo entrarán libros de
verdad, obras de la literatura, libros decentes que cualquier persona pueda
leer, libros para entretener, para pasar el rato, para reír, para llorar, para que
quien lo lea se sienta vivo y sea un poquito más sabio que cuando entró aquí. Y
como da la casualidad de que nada de eso se cumple en esos libros que les
escriben a ex presidentes, ex ministros o ex tertulianas, por eso ni me molesto
en pedírselos al distribuidor. No los necesito, ni para vivir ni para aprender.
¿Queda claro? Ahora, si quiere que le
aconseje alguna lectura para estos días lo puedo hacer con mucho gusto, porque
forma parte de mi negocio y de mi actividad.
Bueno, le debió de contestar el cliente, si se pone usted así... ¿qué me
aconsejaría?
Y ahí fue cuando el librero empezó a ver el cielo abierto.
Un cliente que quiere conocer las cosas por sí mismo, no las trolas que le van
a contar unos estafadores. Y empezó a sacar de las estanterías un libro tras
otro. Quiere crisis: aquí tiene “Democracia” de Pablo Gutierrez. Quiere
burbujas inmobiliarias: “Crematorio” de Rafael Chirbes. Si quiere reírse un
rato aquí tiene este: “Karoo” de Steve Tesich. Acción: “El misterio de la
cripta embrujada” de Eduardo Mendoza. Si quiere desasosiego aquí tiene este “La
carretera” de Cormac McCarthy. Si quiere leer cuentos: Gonzalo Calcedo. Poesía:
Ángel Rodríguez. Ensayo: Juan Carlos Monedero. Si quiere un libro sobre
perdedores: “El anarquista que se llamaba como yo” de Pablo Martín Sánchez...
Epopeyas: “Herejes” de Leonardo Padura. Al final, mi amigo el librero le
recomendó un libro auto-editado: “La República Independiente de San Nadie”, y
de propina le obsequió al cliente con una confesión y un consejo. Mire, le dijo al cliente, no se
ofenda, pero estos impresentables que ahora vienen a contarnos todo lo que
saben, en su momento intervinieron, por acción u omisión, en crear
la situación que ahora todos padecemos. Y lo peor de todo es que una editorial
muy influyente y poderosa les pague una fortuna por perpetrar estos mamotretos.
Eso es la cuadratura del círculo, primero nos arruinan y después sacan tajada.
Pues conmigo que no cuenten, si me tengo que arruinar lo haré yo solito, no con
la ayuda de nadie, y menos de estos tipejos. La literatura es una de las pocas
cosas libres que quedan en este mundo. No la prostituyamos.
El cliente se fue con el libro más contento
que unas castañuelas y el librero quedó aún más. En cuanto a quien esto
escribe, ni les cuento...
viernes, 3 de enero de 2014
(Julio Cortázar. 1914-1984)
RAYUELA
Conozco el camino hacia el CIELO.
Dijo, la maga, cerrando los ojos.
Y
esa noche todos nos quedamos petrificados, como estatuas de sal.
Como desfilan las ánimas del
PURGATORIO.
Llovía en París, aguacero de absenta
y faroles
a media
luz que proyectaban sobre los adoquines figuras espectrales. Las
esquinas ululaban historias apócrifas
sobre los moradores de la bohemia.
Todas las sombras se dirigían en
tropel al INFIERNO,
pues era el camino más corto hacia el éxito. La
maga
quiso hacerle una visita a Jim, el
más bello y salvaje.
Père-Lachaise quedaba lejos de allí,
además, Jim aún
no había regresado de su último viaje a las
puertas de la percepción.
En ese momento
el mundo empequeñeció, y el argentino intentó perseguir
el sonido hiriente
de un saxo tenor que sonaba a lo lejos.
Los demás seguimos
a lo nuestro: embadurnar paredes,
romper
folios, beber la vida… Todos menos el ciego,
él jamás sería capaz
de atravesar la línea de sombra, de avanzar
un poco más allá.
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