GAMONAL
En Gamonal las calles han estallado, por fin. La gente,
harta de mamoneos, corrupción, despilfarro, paro, precariedad y un futuro
inexistente, ha salido a la calle a decir: BASTA YA.
El detonante ha sido un bulevar, pero podría haber sido un
museo, un paseo, un aparcamiento o incluso un aeropuerto. Este país se ha
llenado de mamotretos que ahora nos escupen a la cara para qué han sido
construidos: enriquecer aún más a unos pocos y empobrecer, más todavía, a la
inmensa mayoría. Esa mayoría que les gustaría que fuera silenciosa. Pero todo
tiene un límite, y cuando el subsidio no da para más, te cortan la luz y tienes
que comer con un pollo durante varios días, no te queda otra que salir a la
calle. Y cuando, como en Gamonal, la gente sale a la calle es porque ha
descubierto que hay otra democracia. Una democracia que no caduca al segundo
día de cada cuatro años. Una democracia que no es utilizada para aplastar a los
débiles. Ni para recortar servicios sociales y libertades individuales y
colectivas. Porque cuando meten la tijera lo primero que hacen es llevarse por
delante tu libertad para dejar en su sitio el miedo a perder más. Son lentejas,
nos dicen. Y si tienes la suerte de encontrar un curro ya sabes lo que toca. A
tragar. Así es como quieren seguir esos empresarios de éxito y esos mandamases
que tan buenas migas hacen con sus amigos los políticos. Tal para cual. Hasta
que las calles explotan (metafóricamente), y en un barrio de una ciudad
conservadora de Castilla la gente se une para defender lo que creen justo. Eso
es democracia, también. Aunque provenga de la calle, de la puerta de casa. Y es
una democracia mucho más sana, porque puedes ver la cara de tu vecino, la
pancarta del tendero donde compras el pan. Y eso hace que la gente se sienta
mejor. Porque nos habían arrebatado la dignidad y el orgullo y gracias a
Gamonal lo vamos a recuperar. Eso es lo primero para salir de esto. Empezar a
sentirnos un poco más fuertes, mejor, más unidos. Más libres para decir lo que
pensamos: que a partir de ahora ya sabemos, con total seguridad, donde se
encuentra la verdadera democracia. El poder del pueblo. El poder de decidir cómo
quiere edificar sus barrios, de qué manera quiere transitar por sus “bulevares”,
quienes van a ser sus “políticos” y que es lo que van a leer en la prensa.
Basta ya de manipulaciones, porque
estamos hartos ya de que nos impongan su sistema de pérdidas y ganancias, de
que nos arrinconen en casa, a oscuras, lamiéndonos nuestros miedos. La gente de
Gamonal ha vencido ese miedo. Por eso hoy pueden pasear, libres, por las calles
de su barrio. Y nosotros también.
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