miércoles, 15 de octubre de 2014

Los Planetas - Un Buen Dia

El Premio Planeta supone a la literatura lo que los consejeros de Bankia a la reactivación de la economía. Cada año la misma cantinela, eso sí, nunca más de dos o tres premiables. Y siempre aciertan. Lo que no me he explicado mucho es que pintan ahí el resto de los cuatrocientos y pico manuscritos presentados. Eso es lo que me llama verdaderamente la atención. Gente que sabe que va a ser sacrificada sin ni tan siquiera rozarles. Algunos, escritores de cierto “empaque” con la auto-estima por todo lo alto, porque si no, no se explica. A ver: un escritor de, llamémoslo así, provincias, que escribe una novela histórica, o ambientada en la guerra civil, o una saga familiar del siglo pasado en Shangri-La. Al final un tocho de seiscientas páginas, que la tapa dura se ponga bien dura. El hombre escribe en la soledad de su habitación, de espaldas a las corruptelas enquistadas en todos los poros de esta piel de toro afeitado, con toda su buena fe del mundo. Ansioso por que llegue la fecha de convocatoria. Sugestionado ante la jugosa cifra que le permitiría abandonar la soledad de su habitación para los restos. Seiscientos un mil euros. Ahí es nada. Aunque si descontamos la tajada del señor Montoro se queden en tres cuartas partes (o menos, que nunca se sabe). Al hombre le comunican que su novela está entre las diez finalistas. Ojo, hemos pasado de quinientas a diez. Casi casi con derecho a tarjeta black a cargo del imperio Lara. Y el escritor ese, que ya ha dejado la buena fe por ahí perdida en algún tomo de Juan Manuel de Prada, se ve cerca del éxito. Que les den a los cuatrocientos y pico incautos que no han llegado al penúltimo peldaño. Que le den a Delibes, que al parecer no quiso aceptar el premio, digo la participación, que le den a los que dicen que el premio está amañado. Que le den a Bolaño, que se reía de estas cosas. Que le den, por último a Reverte, que no lo tiene en sus vitrinas. Y los nervios empiezan a hacer acto de presencia. Cada vez queda menos para la ceremonia de entrega. Porque este premio, al igual que otros famosos, como el Nóbel, como los Grammys, como los Goyas, como la boda del Principe… se publicita mediante la ceremonia de rigor. La propia palabra ya echa para atrás al noventa por ciento de los que nos dedicamos a escribir en las soledades de nuestra habitación con las ventanas abiertas por donde se ha colado la corrupción. Ojo a esta frase larga, ceremoniosa en exceso. Y el día de la entrega del premio, con todos los medios pendientes del evento, con toda la “inteligencia intelectual” en pleno poniendo rostro de marsopa, con todos preguntándose qué hostias hace ahí ese desconocido con el traje de la primera comunión de su hija, ese día… le dan el premio a la exministra de turno, o al gualtrapas de la columna de la página 3, o al palmero del sarao. En fin, que lo del premio Planeta me produce mucha risa, y que lo mejor de todo es que cada año se superan. Porque no me digáis que lo del 2012 no fue rizar el rizo. Le dieron el premio a un escritor que había publicado media docena de novelas con los mismos personajes. Una saga. Una puta saga. Y lo mejor es que hasta el último momento, cuando abrieron la plica para percatarse del nombre del autor, el jurado no se dio cuenta de quién era el premiado. Lo dicho, un genio el Lara. El mejor premio literario de este país. Si no fuera tan jodidamente bueno a lo mejor me daba algún día por leerme uno de esos premios. Recuerdo que me regalaron “La muchacha de las bragas de oro” y por ahí anda. Pobre Marsé. Quien le diría que con un título así no se le podría escapar el premio. SALUD. 

miércoles, 8 de octubre de 2014

Desde la última entrada en este blog han sucedido algunas cosas.
He presentado mi primera novela "El mar de la tranquilidad" y en esas presentaciones he conocido a gente muy interesante. He abierto cuenta en facebook, pero me sigo quedando con esas personas con las que he charlado e intercambiado ideas y pareceres. La comunicación humana no tiene comparación con ningún tipo de red social. Esto está bien para ciertos momentos, para desfogarte con alguna noticia (hay tantas), pero las personas necesitamos el cuerpo a cuerpo para saber si lo que tenemos dentro es real o no. Cuanta más comunicación, menos manipulación.

Estas fotos sirven para demostrar que mis palabras son sinceras. Personas de carne y hueso con las que me he topado en estos meses. Con muchas de ellas no tengo "contacto virtual". Creo que ahí radica uno de los secretos del entendimiento entre personas. Volver a las primitivas formas de relacionarse, en definitiva.