martes, 26 de noviembre de 2013


J.Carlos

OTOÑO

Ahora que termina el otoño es hora de regresar a los cuarteles de invierno. Guarecerse del frío entre las ascuas de un brasero. Recoger las hojas del jardín y esperar a que empiece a cantar el cárabo por las noches. Buscar el carro de Santiago entre los luceros del cielo y señalar al Norte con la punta de la nariz, las manos metidas en los bolsillos del chaquetón y el vaho dibujando espectros en la noche. Chamuscar al cerdo y meter después la cuchara de madera en la olla donde se están haciendo esas patatas con sangre que saben a gloria bendita. Leer de nuevo a Baroja, a Tolstoi, a Knut Hamsun, a Homero... y hacerlo como si no hubieran pasado treinta años, como si el tiempo se hubiera agazapado en las páginas de esos viejos libros de viejo. Pasear por la selva de Irati, aunque sea en sueños, o pasear por las riberas del Riaza, aunque sea soñando. Abrir una botella de vino y esperar para beberla esa media hora donde la paciencia te convierte al mismo tiempo en viticultor, bodeguero y bebedor. Ahora que termina el otoño es el momento de volver a planear que voy a hacer cuando empiece un nuevo otoño.





Fotos de José Ángel Villanueva

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