“Yo me
siento bien. Hay algo dentro de mi tripa, un alien, que está creciendo, y un día me matará”.
Quien
nos cuenta esto es Wilko Johnson, y no es un escritor de best-sellers escocés,
ni un diputado laborista británico. Tampoco es un bróker de la City londinense.
Tomarse la muerte a broma no está al alcance de cualquiera. Wilko Johnson es un
guitarrista mítico de las islas, uno de los componentes de aquella banda
pionera de pub rock y rhytm & blues llamada Dr. Feelgood. Exacto, el doctor
siéntete bien, el mejor doctor al que uno puede acudir para curar el cuerpo y
despejar la mente.
“Debería
de haber muerto hace cuatro meses, y no es así. Es incluso un poco embarazoso.”
El bueno
de Wilko, al que le diagnosticaron un cáncer de páncreas incurable a finales de
2012 y al que, supuestamente, no le concedían los galenos más de 10 meses de
estancia entre los vivos, dice que eso de que se hubiera tenido que morir hace
cuatro o cinco meses, le está creando todo tipo de malentendidos. Le imagino
entrando en un Pub de Canvey Island mientras por los altavoces se escucha una
de sus canciones “Back in the night”, por ejemplo, y los colegas mirándole extrañados. Otra vez
aquí este fantasma. Seguro que todo no ha sido más que una broma. Una broma
pesada de las suyas. El caso es llamar la atención. A ver: como ya no se venden
sus discos, de alguna manera hay que hacerse notar...
Y Wilko,
que se echa un wisky al coleto y se parte de risa, disfruta de esos momentos
como un joven perdido en la noche de Londres, como si no hubiera ya más noches,
ni más conciertos, ni más rock.
“Quiero
vivir como me gusta. Dormir toda la mañana. Salir a buscar la diversión por la
noche”.
Cuando
alguien se toma así los asuntos de la vida, la muerte sólo supone darle la
vuelta al disco. Y volver a pincharlo de nuevo.
El
artículo (de Iñigo López Palacios, para “El País”) termina con el mejor
epitafio posible para quien ha vivido la vida intensamente, haciendo lo que le
gusta, sin imposiciones ni cadenas de montaje. Un espíritu libre.
“Estoy
viviendo mi vida intensamente. Cada uno de mis días es genial. Y he descubierto
que la gente me quiere. No lo sabía. La única putada es que no puedo hacer
planes a largo plazo. Pero la verdad es que eso nunca ha sido lo mío”.
Grande, Wilko,
y no sólo de estatura. Estamos aquí de paso. ¿Por qué aferrarnos a nuestros
miedos, a nuestra decrepitud? Me tomo a
tú salud una pinta y bailo con aquella
chica –Roxette- que conocí en aquel concierto que diste en el 89 en la Sala
Universal. La chica desapareció, el sudor permaneció en mi piel durante varios
días. Era el sudor del rock.
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