sábado, 3 de mayo de 2014


VALLE ESGUEVA

Pasear uno de estos días de primavera por el valle Esgueva es zambullirse de lleno en la más auténtica tradición trabajo-naturaleza que el ser humano ha sabido crear. Contemplar los campos, pletóricos del verde cambiante del cereal, es una gozada. Y saber que detrás de todo ello está la mano del paciente labrador, un alivio. No todo es informática made in Korea, ni mensajería instantánea, ni manipulación interesada. Aquí, en estos pueblos de Valladolid, tan cerca de la capital, pero tan alejados del agobio urbanístico, el tiempo aún cuenta. Nos dice muchas cosas. No sólo sobre como va a ser la cosecha. También sobre nosotros mismos. Que resulta que no somos tan importantes como creíamos. Dentro de poco el verde dará paso al amarillo. Siempre con mil y un matices. Y después la cosecha. El ciclo del campo, el ciclo de la vida. Con una pequeña diferencia. La tierra, si se la sabe cuidar, vuelve a renovarse en cada ciclo. Aprender a disfrutar de cada momento nos devuelve a ella. Paseando por las tierras del Valle  Esgueva, por ejemplo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario